Son muchas las danzas que enriquecen nuestra cultura ibérica, la muñeira, el chotis, las distintas jotas... y las sevillanas. Estas últimas tienen la dicha de ser el único baile regional capaz de colocar una de sus coplas como número uno en listas internacionales.
Son muchas las raices que se unen en el tronco de las sevillanas, las principal la seguidilla castellana, otra importantísima la Zarabanda, y diversas danzas autóctonas de la zona.
Fueron “los Hnos. Reyes” los primeros en convertir las sevillanas en un estilo musical de éxito. Poco más tarde “Los Romeros de la Puebla”, rocieros de la Puebla del río, año tras año siguen poseyendo el estilo más puro, precisamente el próximo año cumplirán cuarenta temporadas en los escenarios. Don Francisco Palacios “El Pali” trovador de las Sevillas, pues hay tantas como coplas él pudo cantar y contar. Unos onubenses “Los Marismeños”, capaces de acariciar nuestros sentidos cuando cantan al compás del “tres por cuatro”. “Amigos de Gines”, unos niños que pasaban los veranos en ese pueblo aljarafeño y jugaron a cantarle a Sevilla, a la Virgen del Rocío, al amor, a la vida... y creanme que lo consiguieron, ¿recuerdan aquel, “Algo se muere en el alma cuando un amigo se va...”? Los del Guadalquivir, sinónimos de alegría, de baile puro, de algarabía hispalense.
Y como no ellos, los que desde el amor a Sevilla y sus costumbres, convirtieron un cante grande en el más grande, Pascual, Juani, Jose y Fali (los dos últimos sustituidos por Mario y Carlos), “Cantores de Hispalis”. Unos hippies que cantaban por sevillanas con guitarras electricas, pusieron al mundo “A bailar, a bailar”, siendo numero uno en medio mundo con ésta copla.
Siete “Pilares” en el subsuelo del pueblo, donde se sustenta una danza.
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